No fue un programa más. Con el debut de ShowMatch en la vereda de enfrente, en MasterChef Celebrity decidieron reforzar la propuesta con el regreso de Vicky Xipolitakis, aunque esta vez como invitada.
Con sus aires de diva, su eterno buen humor y esa sonrisa pintada que casi califica de rictus, la mediática apareció subida a la cinta transportadora (la otra invitada de la noche) y a los gritos, como siempre.
No fue la mejor de las ideas. Aunque hayan pasado apenas seis meses, el juego de Xipolitakis con Germán Martitegui y su estilo desbordado resultaron anacrónicos. El pulso de esta segunda temporada es otro, y definitivamente Vicky no encajó.
Como el resto de las figuras convocadas, la “griega” pasó por las mesadas, hizo las más insólitas preguntas para alguien que fue participante (si había aprendido algo de cocina se ve que en este tiempo ya se olvidó), y desplegó su habitual simpatía.
Del otro lado, las caras fueron variadas. Candela Vetrano fue la más entusiasmada con su presencia (“venimos del mismo planeta con Vicky”). Georgina Barbarossa no le dispensó particular atención, y minutos después confesó: “Yo era una de esas señoras que estaba en la casa y decía: ‘No puede ser que Vicky cocine así’”. Así, irónicamente, la actriz sumó su voz a la de aquellos que aseguraban que el paso de Xipolitakis por el programa no fue del todo honesto.
Pero nada de eso fue tan importante como el encuentro entre Vicky y Alex Caniggia. De entrada nomás, Santiago del Moro puso en palabras lo que más de una vez afirmó la audiencia del programa: “La gente los compara mucho. Dicen que vos sos ‘el Vicky’ de este certamen porque se esperaba muy poco de vos y la estás rompiendo”. Falto sumar que ninguno de los dos demostró saber muy bien qué estaban haciendo y cómo.
Y después, la habitual ambivalencia del hermano de Charlotte, que se prestó a un juego mutuo de seducción con Xipolitakis para después afirmar: “Me está desconcentrando y el reloj está girando. ¿Qué quiere? ¿Hacerme perder?”.
Ajeno a todo, un entusiasmado Del Moro aseguró: “Cuando todo esto pase quiero salir un día de joda con ustedes dos”. Y por supuesto, si de diversión se trata, ninguno de los dos le dijo que no.
Además fue una noche complicada ya que volvió la cinta transportadora
Para los que no están al tanto, la cinta transportadora se ubica junto a las mesadas y periódicamente transporta ingredientes que los participantes se apuran por tomar, aún cuando saben que deberán incorporarlos a sus preparaciones. Pero esta vez hubo un obstáculo extra: cada vez que se ponía en funcionamiento el aparato se atenuaban las luces del estudio, volviendo mucho más complicado ver qué se estaba agarrando.
Entre gritos, nervios y peleas por primerearse entre sí, Cande Vetrano, Juanse, Georgina Barbarossa, Sol Pérez y Alex Caniggia manotearon lo que pudieron y como pudieron, y arrancaron con sus platos.
La consigna era milanesas, guarnición y aderezo en base a mayonesa, nada del otro mundo, pero la cuestión fue combinar todo a partir de implementos que aparecían en bolsas cerradas o no se entendía muy bien qué eran.
“La bronca que me da elogiarte”, le dijo en su devolución Germán Martitegui en una suerte de elogio pasivo/agresivo a Alex Caniggia. Sus compañeros se sumaron a los elogios, y con descripciones del plato tales como “Pin, pin, pun” (cortesía de Damián Betular), el participante quedó junto a Sol Pérez como el mejor de la noche.
A Juanse le costó un poco más acceder al miércoles de beneficios y Candela pasó raspando. Finalmente, Georgina Barbarossa quedó nuevamente en riesgo, con una sola chance de seguir adelante antes de la eliminación del próximo domingo.
Fuente:LaNacion