Romina Pereiro tiene coronavirus, por lo que deberá guardar reposo en su casa. Por ser contacto estrecho, sus hijas, Violeta (10 años) y Emma (seis), y su marido, Jorge Rial, deberán permanecer aislados para evitar la propagación del virus.
Aunque hasta ahora había sido asintomática, la nutricionista se dio cuenta el sábado -y “por casualidad”- que podría tener COVID-19. “Mi hija me dio a oler un perfume y yo no sentí nada. Ahí ella me dijo: ‘Mamá, tenés coronavirus’”, le contó Romina al medio TeleShow. En ese mismo momento llamó al médico, y decidió hisoparse al igual que su marido. El resultado arrojó que Pereiro se había contagiado, mientras Jorge era negativo.
En cambio, sus hijas no se hisoparon, ya que no se recomienda el test en niños. “A ellas las van controlando si tienen síntomas”, explicó Romina, que está sola en una habitación mientras el conductor y las nenas ocupan el resto de la casa, para evitar que ella los contagie. Aunque se presume que ellos tres no tienen el virus, deben permanecer aislados por haber tenido “contacto estrecho”. Además, el conductor deberá hisoparse nuevamente el viernes.
Recién en las últimas horas la nutricionista, que deberá seguir aislada por un total de diez días aproximadamente, tuvo algunos síntomas: “Estoy bien en líneas generales, solo cansancio y dolor muscular. Es como una gripe bien fuerte, sin fiebre. Pero es un día a día”.
El ex conductor de Intrusos, quien volverá a la pantalla de América con su ciclo TvNostra, se expresó sobre el tema. “Romina está bien. Perdió el gusto y el olfato el sábado al mediodía. Se aisló de inmediato. A la tarde nos hicieron el hisopado y ella dio positivo y yo negativo. Sigue aislada. Solo cansancio y algo de dolor de cabeza. Después, todos bien”, advirtió.
Uno de los factores más difíciles de esta enfermedad es que hay que transitarla en soledad. Aunque físicamente está bien, a Pereiro le cuesta tener a sus hijas tan cerca y no poder verlas. Aún así, “hay que ponerle onda”, dice. Y destaca que se las ingenian para estar juntas de algún modo: “Ellas vienen y me saludan desde la puerta. Primero se asustaron, pero yo les hablé mucho. Me ven bien, y Jorge las contiene”.
“La voy llevando bien, trato de pensar en positivo -agregó Romina-. Hay gente que la está pasando mal, y quejarse por tener que estar encerrado no está bien. Dentro de todo, yo estoy cómoda: el cuarto es grande y es importante la actitud positiva para la familia”.
Con el objetivo de controlar la evolución de su cuadro, los médicos la llaman todos los días para ver cómo se siente. No hay contacto físico sino virtual, ya que la nutricionista se siente bien y no requiere otros estudios. Para pasar el rato se pone a leer o mirar alguna serie, siempre y cuando no le duela la cabeza: “Anoche no dormí mucho. Estaba muy cansada”.
También aprovecha las comodidades que hoy brinda la tecnología y que ayudan a transitar estos momentos: “Chateo bastante con mis amigas, que están al pie del cañón, con mis hermanas y mi mamá”. En ese sentido, dice que con su mamá hacen varias videollamadas por día y que no poder verla para cuidarla fue una de las cosas que más le costó al comienzo de la cuarentena, hace casi un año: “Estuve ocho meses sin verla. Después nos juntamos en parques y lugares abiertos”.
Sobre si creía que se contagiaría, Romina se sincera: “Yo sabía que en algún momento pasaría. En mayor o menor medida los que tenemos que salir a trabajar estamos expuestos. Tomé recaudos, no estaba yendo ningún lado mas que a trabajar, ni al súper. Extremaba los cuidados, pero sabía que era una posibilidad que me pasara. Siempre está. Cuando empecé a ver que había tantos contagios, pensé: ‘En algún momento me tocará', es la nueva normalidad”.