Nota Revista GENTE: “Olivia ya me unió a Pedro para siempre. La boda festeja ese amor”

3 La señora de Alfonso tiene prisa. El “entrebodas” le mezquina tiempo a una entrevista con, tal vez, demasiada pretensión de profundidad para compartir tiempo y espacio con la prueba de styling. “No hay nada que me malhumore más que hacer esperar”, se excusa Paula Chaves (30) con su equipo personal. “Charlemos, dale. Juro que me concentro”, dice, casi al mismo tiempo que le susurra “sueltito, sueltito” a la peinadora. –¿La sobreexposición y la maternidad resignifican el matrimonio?paulita –Desde que tengo recuerdos sueño con casarme. Cada vez que salía con alguien analizaba: “¿Será él?”. La convivencia (de dos años) le quitó idealismo al evento y sí, haber sido mamá también. Olivia (1) ya me unió a Pedro (35) para siempre. Por eso, más allá de ser el marco legal y formal que ella merece, casarme hoy no es más que festejar tanto amor. “¿Almorzaste?”, pregunta. Encarga su McNífica mientras se escucha el descorchar del extra brut que invita el dueño del salón. –Listo... –(Se ríe) Después de perder 38 kilos (post embarazo) no me cuidé más. Casi que baso mi dieta en facturas. ¡No sé qué me pasa, muero de hambre...! Y, no... (se adelanta con gracia). No entreno porque me quita tiempo con Oli. n01_f04_c–(Con ruido de secador de pelo) Siendo casi “la pareja del pueblo”, firmaste tu matrimonio en secreto... –Digamos “sin avisar a los medios”. Fue un trámite muy íntimo. Mis amigos se enteraron por el grupo de chat en el que están organizando las despedidas de solteros. –¿Cuándo se pelearon con la popularidad? –Pedro y yo dejamos de vivir nuestro amor a través de la pantalla después de la separación (2011). Cuando volvimos, durante dos meses nadie lo supo, y eso fue reconfortante. Nos dimos cuenta de que la exposición mediática nos incitaba a discutir por estupideces. Nos había convertido otra vez en adolescentes.   –Y Olivia puso el límite final. –Sí, definitivamente. Trajo cierto recelo de nuestra intimidad. Hoy seguimos compartiendo nuestra historia con naturalidad, pero con límites claros. Compartimos lo que nos divierte y nos divertirnos con lo que nos guardamos. Después de todo, somos gente normal. Previously on P.O.P. (como llamamos a la saga Paula, Olivia y Pedro): “Cuando íbamos a hablar de boda, la vida nos cambió por completo”, cuenta Paula. Veintiocho de diciembre de 2012, Carlos Paz. Pedro, con los anillos de oro blanco escondidos para la gran propuesta, se entera de que será papá. “¿Y ahora cómo la sorprendo?”, pensó. Así decidió implementar un “plan macabro”, según Paula: ignorarla durante un par de días, en busca de un mayor impacto. “Lloré desconsolada. Creí que la paternidad lo había asustado e iba a dejarme”, recuerda Chaves. Una mañana apareció, con pantalón de vestir, camisa de estreno y el cofre de la joyería que ella le había indicado dos meses atrás. Ella aceptó antes de que él pudiera recordar el speech que había preparado durante la ducha.   –Jurá que no hubo un segundo de reflexión sobre el “hasta que la muerte los separe”. –Yo creo en el amor para siempre y, por sobre todo, en el remo diario. Me enamoré muchas veces, pero jamás sentí lo que siento por Pedro. Ayer estaba haciéndome las manos y él entró en situación de chiste. Lo miré y le dije: “Sí, ya lo hice, gordi”. Quedó asombrado. “¿Ves que sos el hombre con el que voy a morirme?”. No por nada luché tanto para no enamorarme y la vida me venció... Realmente, somos almas gemelas (NDR: Alguna vez, una astróloga les reveló que sus lunas en el signo de Aries indican que ya estuvieron juntos en una vida pasada). –Hablemos de la neurosis prenupcial. –¡Hablemos de que todavía no pudimos entregar todas la invitaciones, porque Pepe no cerró su lista! Tiene treinta personas sin definir. Se hizo difícil. No sabemos bien dónde hacer un corte... Queremos que estén sólo los que verdaderamente fueron parte y quieren celebrar nuestro amor. –Entonces, ¿quién es la víctima? –Si él padece mi histeria es porque tengo que estar detrás todo el tiempo... ¿Viste que es así, todo tranquilo, como si el alma le pesara? “¡Pepe, andá a probarte el traje!... ¡Pepe, no te mediste la alianza!”. ¿Podés creer que tenía vergüenza de ir a la joyería? Es capaz de entrar y, con tal de no contradecir a nadie, dejarse probar un par de aros... A veces tengo miedo de que un día lo tatúen. –¿Al menos manifiesta algún tipo de entusiasmo? –Por momentos creo que no cae, y por otros me mata con frases sorpresivas como: “¿Sabés que estoy chocho de que seas mi mujer?” o “Cuando te vea avanzar en la iglesia me muero”. Ya aprendí a decodificarlo. –Una ventaja de la convivencia previa... –¡El ejercicio de cada cena! Mientras comemos, empiezo: “Pedro, ¿estás bien?”. “Sí...”. “¿Algo nuevo en Ideas?”. “Y, no sé...”. “¿Se definió el elenco del verano?”. “Y... van a estar...”. “¿Quiénes?”. “Pará, estoy pensando.”. “Ay, ¿cuánto más tenés que pensar, Pepe?”. Vive en un universo paralelo.   –¿Qué más aprendieron de estos casi tres años bajo el mismo techo? –A aceptar y respetar que somos muy diferentes, con tiempos y ritmos muy dispares, y a ceder. Hoy, de repente me despierto y puedo encontrarlo lavando los platos o limpiando el living... ¡Me lo cambiaron! (risas). Ahora llegamos a un acuerdo: él se ocupa de los perros (Moro y Renata)... Ah, el día de mi cumple venció su fobia y me hizo el mejor regalo: ¡cambió su primer pañal! –¿Esas negociaciones incluyen los cuatro hijos restantes con los que Pedro quisiera completar la familia? –¡Pará! Oli merece un tiempo de exclusividad. Decidimos que apenas cumpla los dos años comenzamos la búsqueda de nuestro segundo hijo... Y ya te aviso que ahí me planto.   –Regresemos a los preparativos de la boda: ¿tanta autosuficiencia da lugar a la experiencia de la vieja? –¿A mamá? No la dejo opinar... A nadie, en realidad. Yo le doy a mi maquinita. Me es más fácil decidir sola o en pareja. Además, ella nunca se casó por Iglesia, porque papá es judío y ya estaba embarazada... Todo un tema.   –¿Influyen las buenas y las malas experiencias? –Pedro le da mucho valor al espíritu familiar que heredó de sus padres. Horacio y Anita (que falleció en 2009) estuvieron juntos durante casi cincuenta años. El dice que son el ejemplo de lo que quiere para su matrimonio. Recuerda que su papá siempre le decía: “En la pareja lo importante es el amor y el respeto. Todo lo demás se corrige”.   –¿De qué modo Anita estará presente esa noche? –Siempre lo está. Cuando Pepe sufre y se entristece, yo le digo: “Está bien que la extrañes, pero sabé que está. Buscá a tu mamá en los ojos de Oli” (se emociona). Estoy convencida de que fue Ana quien ayudó a que nos encontráramos. Mis cuñadas me dijeron una vez algo que me emociona cada vez que lo recuerdo: “Sos la enviada de mamá. Ella te puso en el camino de Pedro”. El día de la fiesta habrá un dressoire con fotos de ella, de cuando se casó. Será nuestra forma de homenajearla.   –Y decidiste bautizarte (el 10 de julio) para poder casarte por Iglesia... –Re. Mis viejos me dieron la posibilidad de elegir mi religión al crecer. Podía prescindir de cualquier cosa, pero entrar a la iglesia vestida de novia era “la” condición de cualquier plan de casamiento. Imaginar el camino hacia el altar y a papá entregándome a Pedro... (se quiebra) ¡Ay, me emociono!   –¿Cómo será esa llegada? –Nada de autos de 1890 que corran el riesgo de quedarse sin aceite. Simple: voy en la camioneta con papá y el huevito de Oli ya preparado para cuando salgamos. Ya le dije a mi fotógrafa, Luchia Puig, que busco naturalidad, espontaneidad y calidez.   –¿Ave María? –Sí, claro, el de Schubert, con arreglos especialmente hechos para mi entrada por Delciel, un grupo de siete músicos que nos acompañará durante toda la ceremonia. Para la salida prepararon Melodía desencadenada (popularizada por el film Ghost), un tema clave: con él oficializamos, en un clip de La cocina del show, el regreso tras la separación. Además, en la fiesta bailaremos un vals especialmente compuesto para nosotros por Mariano Margarit, basado en nuestra historia de amor.   –¿Te acordás de aquel titular de la nota de 2013 en la que presentamos tu panza? –Sí. El de “Olivia nos traerá los anillos al altar”... Bueno, todavía no camina (risas). Pero ya vamos a encontrar la forma de cumplir con eso. –¿Tendrá su lugar en el altar? –Puede que no duerma en su cuna, pero no. Ese es el momento exclusivo de sus papás.   –¿Ya redactaste tus votos? –El padre César Chiarella (amigo personal de los Alfonso), que nos bautizó a los tres y ahora va a casarnos, nos dijo: “No quiero que esa noche simplemente se lea la Biblia. Tienen que tomarse el tiempo de buscar en sus corazones y decidir qué van a decirse el uno al otro”. Además, vamos a incluir a nuestros amigos: que cada uno se sienta libre de tomar la palabra y contar lo que sienta. Yo elijo improvisar: quiero que me guíe la emoción del momento.   –Pasemos a la fiesta. Decime que no sos una anfitriona paranoica de las redes sociales. –Nos parece súper agresivo obligar a los invitados a dejar sus teléfonos en la puerta del salón, y más si son papás... Pero vamos a sugerir el no uso. No sabés qué bien lo pasamos en el casamiento de Wanda (que “confiscó” dispositivos). La gente se miraba a los ojos, realmente participaba de lo que estaba pasando.   –Sé que tendrán despedida de solteros, aun ya estando casados... ¿Cómo es eso? –Mis amigas (las de su infancia en Lobos, Gegé Neumann, Romina Branchesi y Zaira Nara) están tramando un asado con juegos, en base a mi pedido según mi situación actual: “Nada de strippers ni paseos entangada en un baúl”. –¿Y Pedro? –Se va un fin de semana con amigos de Mármol a una quinta (risas de todos los presentes). Chicos, paren. Son flacos re tranquilos. Yo vi videos de otras despedidas: toman fernet, juegan con la Play... (risas aún más fuertes). ¡Basta! Yo ya fui clara y sé que Pedro me respeta. –Abramos un paréntesis ahí. –La fidelidad es respeto. No se trata de un acto, sino también de actitud. Más en este ambiente, en el que todo vale. Una vez, estando de novios le dije: “Pepe, que esta historia no se diluya por un segundo de hacerte el vivo”. Hoy es fácil caer en la del mensajito de texto con el que cualquier mina se sienta en un programa. Sé que nos respetamos demasiado. Confío plenamente.   –¿Serías capaz de perdonar una traición? –Nunca. Soy demasiado rencorosa. Por más que me la expliques con detalle, va a dolerme de por vida. –(Bromeamos) ¿De cuántos ítems se ocupa Tinelli? –(Risas y tono solemne) Hemos decidido desligar a Marcelo de cualquier obligación, considerando que su promesa fue parte del humor de una previa de Bailando en la que no supo medir sus palabras... Claramente su negligencia (risas). En serio, esperamos que venga. Fue parte importantísima de este amor. Además, puede compartir mesa con algunos de sus amigos, como Julieta Spina y Augusto Rodríguez Larreta, y María Vázquez y Adolfito Cambiaso. De no poder, sabremos entender... Pero esperemos que se porte con el regalito (risas).   Por Sebastián Soldano. Fotos: Santiago Turienzo, estudio Luchia Puig y archivo Atlántida.

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