Es simple, verborrágica y muy directa. Así, Yanina Screpante (30) reconoce que cuando conoció a su novio, Ezequiel “Pocho” Lavezzi (28), delantero del Paris Saint-Germain y de la selección argentina, desconfiaba de él por ser futbolista. “Yo creía que eran todos iguales, que solo pensaban en tener muchas mujeres. Por eso al principio no me interesó salir ni quería que me llamaran ‘botinera’. Era un preconcepto odioso”, sostiene. Y agrega entre risas: “Por suerte le di una oportunidad”. Eso sucedió hace tres años y medio. Habían pasado meses desde la presentación oficial, con amigos “celestinos” de por medio y la modelo viajó con dos íntimas a Italia.
Cuando Ezequiel supo que Yanina estaba allí, le propuso un encuentro. “Estaba negada, no quería volver a tener una relación a distancia. Ya me había pasado con mi ex Juan Martín del Potro. No me gustan ese tipo de noviazgos, pero cuando nos vimos, a pesar de todos los contras, hice un clic y no nos separamos más”, reconoció a la revista ¡Hola!
–Entonces, ¿cómo te llevás con París?
–Los primeros seis meses me costaron mucho. Yo ya había armado mi vida en Nápoles, donde vivimos durante dos años. Allá vivíamos frente a la playa. Además, en París no logramos hacernos del mismo gran grupo de amigos que teníamos en Italia. Sumado a que tuve que encargarme de toda la mudanza sola, hasta de buscar una casa, porque Ezequiel estaba entrenando, concentrado o jugando. Por suerte, tengo a Camilo…
–¿Quién es Camilo?
–Mi perro. Lo tengo desde que me mudé con “Pocho”, es italiano. No bien tomé la decisión de instalarme con él en Europa le dije que quería un labrador negro. Primero me dijo que era una locura y después, apareció con el perro. Me dejó en claro que no era un regalo, así yo no sentía que me malcriaba tanto.
–Estuvieron poco tiempo como “novios a la distancia”.
–Sí, cuando empezamos en agosto de 2010 yo iba y venía todo el tiempo, porque estaba en segundo año de la carrera de Diseño de Interiores y quería terminar. En diciembre, Ezequiel me invitó a vivir con él. Quise probar durante el verano, pero me terminé quedando.
–¿Sentís que dejaste todo por amor?
–No lo veo así. Los primeros meses estábamos tan embobados que no pensé en nada más, tampoco me costó acostumbrarme al estilo de vida ni extrañaba. Lo sufrí más por el lado laboral, toda la vida tuve mi propia plata porque trabajo como modelo desde los 17. Por eso, hice algunos trabajos como diseñadora de interiores. Por ejemplo, reestructuré un restaurante en Nápoli y redecoré un spa.
–¿Sos buena como ama de casa?
–No tanto. La casa te la dejo divina para que todo el mundo la envidie. Pero ¿cocinar? Solo lo básico. No soy de las que espera a su novio con la mesa servida. Vamos mucho a comer afuera. Aprovechamos porque en París hay unos restaurantes increíbles.
–Y también es una de las capitales de la moda.
-–Sí, y me encanta. Me quiero comprar todo. A “Pocho” también le gusta, más ahora que es “modelo”.
–¿Te mima mucho? ¿Le gusta sorprenderte con regalos?
–Siempre me regala cosas divinas. Además, suele averiguar qué quiero o que me gustaría comprarme y lo busca.
–¿Qué es lo que te enamora de él?
–Me gusta que tenga buen humor, sea divertido, que le guste salir… También es muy gracioso, tiene una personalidad bárbara y siempre encuentra cosas para hacer. Es buena persona y algo muy importante: es un gran papá.
–¿Tomás vive con ustedes?
–No, él vive en Rosario con su mamá: Ezequiel lo extraña mucho. A los dos les cuesta mucho estar separados.
–Con el hijo de tu novio practicás un poco el rol de madre…
–Soy más bien la novia canchera del papá o, mejor dicho, soy como una tía.
–¿Cómo te llevás con los 30?
–Brutal. Tengo 30 de edad, pero 20 de cuerpo y alma. No me hizo ningún clic, ni nada por el estilo. Por ahí sí pienso que tengo que dar un paso más con Ezequiel, y tengo ganas. Antes vivía más el día a día.
–Entonces, hablan de casamiento…
–No soy la típica mujer que llega a los 30 y se desespera por pasar por el altar. Claro que estoy lista para casarme, pero aún no pienso en tener hijos. Y soy muy conservadora con ese tema: antes de tener un bebé, quiero casarme. Para mí, los hijos los tenés de tu marido, no de tu novio. Pero Ezequiel piensa al revés. Para mí el casamiento es un papel y, al mismo tiempo, un gran compromiso en el que creo.
Fuente:hermososymalditos
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