La fama mata, o cómo sobrevivir en el intento

Hagamos un poco de memoria. Cuántos superfamosos solo tuvieron un cuarto de hora viviendo en la fama. Una temporada corta. Demasiado corta y luego los devoró el anonimato, quizás el infierno más temido. Porque aunque los famosos los sostengan, y sus fans lo crean con fervor, cuando se está en el centro de la escena, con el éxito más resonante, ellos ya no serán más los mismos. Los más ingenuos, al igual que los muy bellos, creen que la gracia divina los tocó en la frente y que merecen todo lo que tienen, sin cuestionamientos, y que la eternidad será agradecida con ellos. Otros simplemente enloquecen. Pierden el sentido común. Cruzan los límites sin gracia y se embarcan en las más bizarras de las carreras mediáticas. Hay un ejemplo que pone los pelos de punta. La cantante Beyoncé. Una mujer con éxito que, hace poco, en una entrega de premios, comentó emocionada que estaba embarazada. Después fue a un programa de televisión ya con panza y, cuando se sentó, su panza hizo un movimiento raro. Pueden ver el video aquí. De inmediato comenzaron los rumores que aseguran que será mamá, pero de un vientre de alquiler. Y que en realidad su propio embarazo es un almohadón. De ser cierto, es la más temible de las simulaciones. Algo cercano a la locura. Algo parecido tenemos entre nosotros, mujeres que cuentan o dicen cosas irrepetibles por tener la posibilidad de seguir iluminadas, no ya por la gracia, sino por las luces de la tele. Máxima deidad y logro para los que luchan en el mundo de los mediáticos. Hay otros que son sobrevivientes netos. Un Cacho Castaña, que no se rinde. O un Sergio Denis, que supo ser un ídolo masivo y después las paso todas: un desastre económico, la pérdida de la voz, la cárcel, las amenazas, estar por su salud al borde de la muerte y por un estresazo internado en una clínica. Hoy puede contarlo, más sabio y sincero que nunca. También lo pueden comprobar al pie de esta nota. Entre un extremo y otro, entre la fama y el olvido, lo único que brilla es el talento, el despliegue de una profesión, el anclaje en la realidad. Todo lo contrario se parece al apocalipsis. Un antiguo jefe de la revista Radiolandia, Francisco Loiácono, decía hace muchos años atrás: “Un día transmitiremos en directo el parto de las actrices famosas, y ese será el acabose….” Exageración de ingenio o realidad. La fama mata y no lentamente. Fuente:blogs.tn.com.ar Pero sobrevivir también es posible. Aunque se paguen precios demasiado altos.

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