La soledad: El mal del siglo 21

La Soledad: un mal de nuestra época ¿Elección o mandato? Escribe: Lic. Gervasio Díaz Castelli / Más de una vez  me han preguntado cuál es el principal mal de nuestra época psicológicamente hablando. Yo suelo responder que   - entre otras problemáticas- ubico a la soledad  como uno de los grandes motivos de malestar en la gente, por sobre todo en la franja de personas que se encuentran entre los 30 y  40 años. La soledad  -y el respectivo padecimiento que este estado emocional puede conllevar-  tiene bastante que ver o se fundamenta en parte en un nuevo mandato social que se ha instalado en los últimos 15 años. A lo largo de la historia los mandatos han ido cambiando. Antes, implícitamente, se nos pedía que había que constituir una familia ya a temprana edad, priorizar la cuestión de la maternidad y la paternidad por sobre otro tipo de desarrollos personales o sociales y así  ir encarando la vida. Ustedes vean que en general la población que tiene entre 25 y 40 años viene de padres que han armado su proyecto familiar tempranamente y con varios hijos incluso, cosa que hoy  ya no es tan común, y menos en la clase media. Por supuesto que el factor económico ha influido mucho en la cantidad de hijos, pero no es tan central como se cree y menos a nivel mundial. En los últimos años el  imperativo o mandato ha rotado, ha mutado hacia otra cosa. Hoy  parecería que lo que hay que hacer es desarrollarse primero en los aspectos profesionales o laborales  y luego – más adelante – ir viendo todo lo demás. Es llamativo la cantidad de gente que  consulta y  puede hablar horas de los enormes logros que han tenido en relación a su actividad o profesión, o a la cantidad de lugares del mundo que han conocido; también algunos  pueden hablar largamente sobre la solvencia económica que han logrado o de lo felices y libres que han sido gracias  a vivir sin compromisos ni ataduras de ningún tipo pero, sin embargo, el dolor que aparece y que vemos es el de una profunda soledad. Es que mucha gente ha “comprado” rápidamente ese mandato en donde “un hijo o hasta una pareja estable” es un elemento limitante para cierto tipo de desarrollo. Mucha es la gente que ha quedado atrapada literalmente en eso de priorizar los desarrollos personales, más asociados a logros o estados de bienestar narcisistas o egocéntricos y un día se encontraron llenos de trofeos y reconocimientos pero…solos. El ser humano tiende a armar relaciones de exclusión entre dos variables, es decir, “o una cosa u otra”, cuando en realidad con más sabiduría y tomándose un poco más el trabajo… se pueden hacer las dos cosas. Los mandatos nos dicen que no, pero se puede. El equilibrio sería disfrutar de las conquistas propias e igualmente de aquellos disfrutes y goces que son con otro con quien se tenga algún proyecto en común en reciprocidad afectiva. Cuántas personas escucho decirme “ha pasado un poco el tiempo, ya tengo 30,  35 o 40… y ahora me cuesta más conseguir pareja, es más difícil”  o cosas por el estilo. Yo diría que lo de los últimos tiempos esta postura de “libertad” fue casi una militancia, una exaltación  del  “ir tras lo de  uno”, tener parejas modernas sin demasiado compromiso o ataduras, viajar mucho, trabajar más aún, “armarse” hasta los 40 y luego sí – en todo caso- ver qué se puede armar en el territorio del amor o la descendencia. Todo aquello que se hace y construye “reaccionando en contra de un mandato anterior” suele tener costos altos en las sociedades y en las personas. Creo que esas rupturas con lo anterior son inevitables y hasta necesarias para nuestra constitución. No obstante esto, el equilibrio viene cuando la gente va decidiendo por sí misma y no por responder a un mandato actual o reaccionando contra uno anterior. Un claro ejemplo de esto lo vemos en algunos países de Europa, han bajado tremendamente las tasas de natalidad, al punto de constituirse en un verdadero problema. Es que en los europeos ese mandato del que hablamos existe desde hace más tiempo. Cuánta gente vemos por esos lados y por nuestro país también que un día se encuentran a los 35 años diciendo “me siento sola/o, quiero compartir mi vida, mis logros, mis fantasías con otro, tener hijos”. Hombres y mujeres que están en esa búsqueda y no les es tan fácil ya. Y bueno, muchos – realmente muchos- consultan a un psicólogo motorizados por ese malestar. Gente exitosa y muy capaz,  que ha hecho incluso valiosos aportes al mundo desde diferentes lugares, pero que  -casi de repente- se encuentran con un enorme vacío existencial que no puede ser llenado desde lo que hicieron de sí hasta el momento. Estamos hablando de un mandato que propone una vida de mayor satisfacción individual desde un supuesto “ser libre” que - quizá -  termina construyendo vidas en demasiada soledad a un punto que genera padecimiento, vacío o angustia. Es bueno que cada individuo revise cada tanto en qué mandatos o imperativos sociales puede llegar a estar un poco atrapado, y cambiar el rumbo. Puede ser que estemos respondiendo a algún mandato social de una época determinada, o a otro tipo de mandato, como por ejemplo: los familiares, que muchas veces condicionan nuestras vidas y acciones a niveles realmente enormes. Lo complejo de este asunto es que desgraciadamente todos estos mandatos de los que hablamos nos manejan o se instalan en nosotros a nivel inconsciente y por eso es difícil detectarlos para salir de ellos y ser más libres. Sí, ser libres sería tratar de tener autonomía de pensamiento y de acción siempre y en cada cosa que hacemos… tratar. Si estamos gobernados por mandatos sociales o familiares, pues… somos menos libres, de eso no hay duda. Sabemos que nadie lo logra totalmente, los ideales no existen, pero hay grados de libertad a los que se puede acceder. Dentro de todo esto que hablamos, comenzar un proceso terapéutico puede ser un buen camino para trabajar ese tipo de soledad o vacío que en algún momento se presenta  en los sujetos que quedaron más adheridos a los mandatos de “libertad” de los que hablamos. Esto es lo que podría buscar una psicoterapia, que el sujeto sea más libre (de verdad, de otro modo) y mas impermeable a quedar pegado a lo que se espera de él. En este caso,  un camino posible dentro de una terapia es llevar a que la persona se cuestione  por qué terminó padeciendo de soledad, qué es lo que lo llevó a eso, ¿una sana elección de un modo de vida? ¿Un mandato social o hasta familiar?  En fin, frente al tema de la soledad es mucho lo que se puede trabajar con cada persona. ¿La Soledad, epidemia del siglo XXI? Hay quien cree que el stress es la enfermedad de este siglo, y sin duda este estado de ánimo se ha vuelto tan crónico que desencadena todo tipo de males, pero yo personalmente creo que el stress, entre otras cosas, es una evasión del contacto con nuestro interior. Creemos que La Soledad es un mal, del que huimos con fervor, pero la realidad es que nuestro mayor problema es que nos enfrenta con nosotros mismos. Constantemente nos llenamos de trabajo, de relaciones amorosas, de ocupaciones familiares, de discusiones, de enfermedades, de problemas diversos sólo por evadir el contacto con ese yo, sólo por evitar vernos a nosotros mismos, solo por evitar sentirnos solos. Descubrirse a uno mismo es una labor fascinante. Qué produce miedo? Si es verdad, porque tenemos tantos prejuicios y culpas, tantos dolores y patrones de miedo, que sin duda el evadir es una necesidad de no caminar por ese pasillo en donde vamos a encontrarnos con todo eso. No entendemos que nuestra vida y nuestra visión es el resultado de todos esos males. Pero hay más, si en lugar de detenernos en ese pasillo seguimos caminando, nos vamos a encontrar una puerta que nos permite descubrir una fase de nosotros mismos extraordinaria. Y no se trata de una careta superficial con la cual nos creemos maravillosos y que son los otros los que tienen problemas, o con la cual creemos que son nuestros valores los buenos y los que no comparten nuestra visión están equivocados. Esta puerta nos conduce a la realidad de lo que somos, a un verdadero estado de plenitud en donde necesitas estar « solo » para poder entender que estás lleno, en donde puedes entender que a pesar de todos nuestros defectos y dificultades somos inocentes, somos bellos. Esta puerta, a la que yo me refiero, es la que nos conduce a nuestro INCONSCIENTE, está ubicado en nuestro cerebelo y es donde hay un universo extraordinario, vasto, infinito, mágico. Es tan grandioso, que cualquier adjetivo calificativo que agregue para poder describirlo es minúsculo y todo está allí, dentro de nosotros. El Inconsciente es Dios mismo, es la mejor manera en la que lo puedo identificar y sólo podemos entrar en él a través de símbolos. De una manera u otra todos hemos sentido esta inteligencia latiendo en nosotros, sabemos instintivamente que hay algo en nosotros que trata de conducirnos, que nos observa, que se revela en sueños o en meditaciones, que desesperadamente busca llamar nuestra atención, pero sólo los más « despiertos », o los más atentos entienden este lenguaje. Los símbolos, entre otras cosas, son un modo de comunicación, y la extraordinaria inteligencia que habita en el Inconsciente se sirve de ella. No es un libro de interpretación de sueños, el que va a lograr descifrar lo que ésta nos quiere decir cuando se comunica con nosotros mientras dormimos, los símbolos usados por el Inconsciente siempre tienen que ser interpretados de acuerdo a nuestra historia personal de vida. Es por eso que tenemos que conocernos, es por eso que tenemos que entendernos, es por eso que necesitamos espacios de soledad y silencio para poder mirar hacia adentro y escucharnos. Todas aquellas personas que de una manera u otra se sienten solas y se sienten desgraciadas por ello, no comprenden que están dejando pasar una maravillosa oportunidad. Cuando la vida nos enfrenta a estos momentos de desolación, es porque necesitamos liberar tanta tensión que acumulamos con todos los problemas exteriores, nuestra energía se satura, se comprime. Es por eso que llega un momento en el que todo se vuelve un caos, por eso recomiendo a mis lectores que no vacilen en aceptar cualquier cosa que los conduzca a la soledad, aun cuando sea algo doloroso como la traición, la envidia, la violencia, etc.; Estos son los momentos en donde podemos fortalecernos, en donde podemos enriquecernos, en donde podemos descubrirnos. A través de estas líneas quiero pasar el mensaje de que SI existe algo dentro de nosotros, una inteligencia que nos conduce, que por muy dura que sea la vida todo tiene un propósito, aún cuando no lo entendamos. La única solución que les puedo brindar es la noticia de que lo que llamamos Dios está allí, dentro de ti, latiendo en tu cerebelo. No es un hombre barbudo que escribe el destino de cada uno, ni que nos vigila para castigarnos cuando hacemos algo malo, es una inteligencia mágica que se disfraza de diversas formas, y sólo tienes que voltear la mirada para comprenderla, sólo tienes que abrir esa puerta para llenarte de esperanzas. La soledad y las redes sociales Los primeros estudios sobre redes sociales revelan que las actitudes y comportamientos de las personas no cambian en lo fundamental en internet, que se limita a reproducir las relaciones del mundo real bajo las reglas de los entornos virtuales, según un estudio titulado Gustos, lazos y tiempo, realizado por la universidad de Harvard. Esta investigación se basó en la observación del comportamiento de un grupo de universitarios estadounidenses en Facebook que determinó que aunque la red se basa en los deseos de comunicar y de emitir una determinada imagen personal, ésta reproduce, con un sesgo característico la realidad. "Los subgrupos definidos por género, etnia y estatus socioeconómico se caracterizan por tener comportamientos distintos en la red, y los estudiantes comparten tanto sus relaciones sociales como un significativo número de preferencias culturales", señala el estudio que determina que las personas intentan reproducir sus esquemas en internet. En definitiva, esto quiere decir que la amistad está mediada por el grado de parecido o de concordancias, en lo que juegan diversos aspectos sociales, que tienden a reproducirse en las redes sociales. Sin embargo, donde la red si marca diferencias en el los modos de consumir o de informarse para la compra ya que en estos universos surgen objetos, personas o libros de culto que denotan la actividad de los críticos a favor de la información ciudadana. "Influyen en la construcción del gusto y pueden ser una espacio para el contagio", señala el sociólogo José Luís Muñoz, quien aclara que no cree que esta se convierta en un vía estable para la formación de opinión. Esto significa que Facebook puede no ser la panacea irreal para las relaciones personales, pero si, lograr posicionarse como una potente herramienta de comunicación para las empresas, aunque dado que aquí el poder está en los usuarios, esta es un arma de doble filo. La soledad frente a tu portátil ¿Todos juntos todo el tiempo?: La nueva forma de socializar que ofrece la comunidad online, puede llevar al usuario al aislamiento y la soledad. Hasta hace no mucho, cuando Juan y María querían saber del otro, quedaban en el parque y se ponían al día a hablar sobre sus vidas. Sentados sobre el césped entre guiños y risas, lo que no se decían lo intuían con solo mirarse a los ojos. Hoy día, Juan y María no quedan en el parque; no quedan en ninguna parte... ¡Ni falta que les hace! Para eso tienen facebook, twitter y tuenti. Pasan la tarde encorvados sobre el teclado, subiendo fotos, expresando emociones a través de emoticones. ¡Tienen más amigos que nunca! A la mayoría no los verán nunca. Entrefilete Noticias

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