Roto el tabú de acudir al "médico de la cabeza", nos preguntamos qué motivos nos suelen llevar a la consulta de un psicólogo. Y tres son los que más se repiten: superar una crisis, ser feliz y sentirse bien.
Concretamente, el 75% de los pacientes que reciben terapia psicológica quiere resolver o superar una situación personal difícil o crisis, mientras que el 73% espera sentirse más felizo bien consigo mismo.
Así lo detalla la psicóloga Mª Jesús Álava Reyes en Recuperar la ilusión, un estudio que pretende poner de manifiesto el impacto que la labor del profesional tiene en el bienestar psicológico del paciente y en los objetivos que pretendía alcanzar.
Sólo se observa una diferencia en cuanto a sexos, pero llamativa. En el caso del objetivo 'ser más feliz', el 83% de las mujeres responden que es un objetivo principal mientras que sólo el 56% de los hombres lo considera de esa manera.
Sintamos que la tristeza, la apatía y la falta de ilusión empiezan a agobiarnos y a emitirnos el siempre equivocado mensaje de que nuestras vidas carecen de sentido.
El negro o el gris tiñen frecuentemente nuestros pensamientos y nos vemos incapaces de encontrar algo positivo en nuestras vivencias cotidianas.
Todo a nuestro alrededor lo percibimos amenazante y nos sentimos solos, incomprendidos o desatendidos.
Pensamos que la desgracia se ha cebado en nosotros y comenzamos a asumir que todo nos sale mal y que las cosas no van a cambiar.
Estamos atenazados por miedos que nos impiden salir a la calle, relacionarnos con otras personas, permanecer en un sitio cerrado, hablar en público, viajar, etc.. Es decir, cuando el temor o la inseguridad nos impiden desarrollar nuestras habilidades y disfrutar de personas, animales y cosas que nos rodean.
La obsesión por padecer graves enfermedades o contagiarnos de ellas nos lleva a conductas extrañas y repetitivas, de las que no podemos prescindir sin que su ausencia nos genere ansiedad.
Nos sentimos "con los nervios rotos" y casi cualquier situación hace que perdamos el control y sólo sepamos responder con agresividad o con un llanto inconsolable.
Nos damos cuenta de que fumar, beber o consumir cualquier otra droga, apostar..., se ha convertido en una adicción de la que no sabemos salir y que genera perjuicios importantes en nuestra vida o en la que de quienes nos rodean.
El estrés empieza a mostrarse a través de sus síntomas psicosomáticos: insomnio, problemas digestivos, cardiovasculares, sexuales...
La ansiedad es una constante diaria, que impide la estabilidad y serenidad necesarias para mantener un pensamiento positivo, una conducta tranquila y el goce de los pequeños placeres cotidianos.
Los silencios, los desplantes o los gritos sustituyen al diálogo, y los problemas de comunicación enturbian nuestra relación con los demás.
Las dificultades sexuales afloran y vivimos la angustia que causan la impotencia, la falta de deseo o de sensaciones eróticas y, sobre todo, la imposibilidad de gozo y comunicación con la persona destinataria de nuestro amor.
Si finalmente decides realizar una consulta, recuerda que nuestra ética profesional nos obliga a mantener el anonimato y el secreto profesional de todas las conversaciones que se lleven a cabo. Toda la información recibida, por tanto, se tratará respetando la total intimidad y privacidad de la persona que realiza la consulta.
Recuerda que durante la consulta con el psicólogo, cuanto mejor describas el problema que te angustia, con todas las personas y circunstancias que lo rodean y los posibles antecedentes personales o familiares, más preciso será el diagnóstico y la terapia prestada.
Ir al psicólogo para intentar solucionar un problema no significa que ya siempre debas acudir a su consulta, ni que estés "loco", estos son dos tabúes muy implantados que carecen de fundamento serio.
Fuente:20minutos/otros
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