«Madame de Pompadour»: Arte y amor con nombre de mujer

Jeanne Antoinette Poisson, duquesa, marquesa de Pompadour y marquesa de Menars, con paridad francesa, conocida como Madame de Pompadour. Nació en París, el 29 de diciembre de 1721, fue una muy famosa cortesana francesa, una de las amantes más célebres del rey Luis XV, además de una de las principales promotoras de la cultura durante el reinado de dicho rey. Bella, culta, inteligente, apasionada, son palabras que definen a Madame de Pompadour, la amante oficial del rey francés Luis XV durante 20 años, fue sin dudas una mujer excepcional. Hablemos un poco de esta menuda mujer, que no es sólo que llego a ejercer el poder en una época donde la mujer era poco más que el mobiliario decorativo, ni el hecho de que su influencia fuera directamente de la alcoba real. Lo que atrae es que fue el único personaje carismático en un Versalles decadente, perdido entre el pasado esplendoroso del reinado de Luis XIV y el incierto futuro de la amenaza revolucionaria. Era el siglo XVIII, los matrimonios reales se dirimían en función de las necesidades de la política internacional. Que la casadera idónea fuese o no del gusto del monarca era accesorio. Por eso existía la figura de la “maitresse en titre” algo así como una amante oficial elegida por el rey y reconocida como tal. Se la introducía en la corte como dama de honor de la reina o un título semejante, pero todo el mundo sabía exactamente lo que era: la mujer a la que amaba el rey y con la que retozaba en palacio. Luis XV había accedido al trono en 1715, a la edad de 5 años, en sucesión de su abuelo, Luis XIV -su padre y su hermano mayor habían muerto en 1712-. A la altura de 1725, cuando tenía 15 años, la política europea señalaba como ventajoso un matrimonio con la princesa polaca María Lescynska y así se hizo. Ocho años mayor que él, y más preocupada por el sino de su padre, Estanislao I de Polonia (depuesto en 1738) que por su real marido, María no era la esposa ideal.Cumplió con su deber, dio pronto un heredero y engendró hasta nueve criaturas más entre 1727 y 1737, pero no tardó en pedirle al rey que la excusara de las obligaciones conyugales. El monarca buscó una joven amante, la duquesa de Châteauroux, y con ella se solazó felizmente hasta que la muchacha murió de manera repentina en 1744. Por entonces despuntaba en los salones parisinos una brillante joven, amiga y defensora, entre otros, de Voltaire. Había nacido en 1721 como Jeanne Antoinette Poisson -literalmente, señorita Pescado-, pero desde 1741 estaba casada con un hombre de fortuna, Charles Guillaume Le Normant d'Etiolles. Su padre, el prestamista François Poisson, había tenido que dejar el país en 1725 envuelto en un escándalo económico. Jeanne Antoinette, su madre y su hermano fueron acogidos por otro banquero, un tío de Charles Guillaume, que hizo de los pequeños dos adolescentes refinados. Cuando Jeanne Antoinette comenzó a ser presentada en sociedad, era una joven de deslumbrante belleza. Conocía a los autores de su época, dibujaba con habilidad y había tomado lecciones de canto con algunas de las estrellas de la Ópera de París. El rey la conoció a principios de 1745 y en septiembre Jeanne Antoinette ya había conseguido la separación de Charles Guillaume, el marquesado de Pompadour, la residencia en Versalles y la distinción como maîtresse en titre. Tenía sólo 24 años. No hay precedente de una amante real con igual ascendiente sobre el soberano. De hecho, hay estudiosos que sugieren que la supuesta influencia de Madame de Pompadour fue exagerada por historiadores de la Revolución Francesa para presentar a los Borbones como seres débiles e inútiles. En cualquier caso, ministros como el conde de Maurepas cayeron en desgracia por sus artes; colocó a su hermano como responsable de los edificios reales, y muchos historiadores sugieren que su antipatía hacia Federico el Grande de Prusia fue determinante para que Francia se enfrascara en la Guerra de los Siete Años. No todo lo logró a base de sexo. Es probable que a partir de 1750, cinco años después de llegar a Versalles, no volviera a acostarse con el rey. Fue más o menos en esa época cuando encargó a Jean-Baptiste Pigalle una escultura en la que la retratara como encarnación alegórica de la amistad. Cuando estuvo terminada, la hizo colocar en su castillo de Bellevue enfrente de una estatua del rey sustituyendo otra obra alegórica que había allí y representaba el amor. Ésa era su sutil forma de hacer las cosas. En cierta ocasión, la reina, persuadida por su voz, la invitó a cantar en una fiesta. Ella aceptó y eligió el monólogo de Armida, un pasaje de la Jerusalén liberada de Torquato Tasso en el que la heroína seduce al guerrero Rinaldo. «Él está bajo mi poder», cantó Pompadour. Durante sus años en Versalles encargó decenas de retratos a los mejores pintores franceses de la época. Era vanidosa, -cuentan sus biógrafos que le gustaba cambiarse de ropa varias veces al día-, pero además era una mujer enamorada del arte que tenía notable gusto. Muebles, joyas, porcelanas... El diseño de la época también le debe mucho a Pompadour, artífice de la creación de la fábrica de cerámica de Sévres. La enfermedad -tuberculosis, según algunos autores , cáncer de pulmón, según otros- fue minando su belleza, pero siguió ejerciendo su influencia y apadrinando artistas hasta su muerte con solo 43 años.

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