De eso no se habla: “Como sobreponerse a la muerte de un ser amado”

Por: María L. Coda A lo largo de la vida de todos los seres humanos, hay situaciones que por mucho que duelan todos debemos pasar. Una de la más difíciles es “perder a un ser amado”. Es tan traumático que muchas veces se transforma en un tema prohibido. No tanto por la muerte en sí, sino por el amor que hay hacia la persona que se va. ¿Cómo nos sobreponerse a la muerte de un ser que queremos y necesitamos para vivir? La muerte es un tema bastante certero y a la vez incierto; certero porque el partir es una garantía irrefrenable para todos los hombres, e incierto, porque no sabemos en qué circunstancias, tiempo o causas puede suceder. Quizás la muerte llegue a uno de forma imprevista, mediante un factor externo como un accidente, homicidio, etc., o que ocurra a raíz de una enfermedad irreversible, situación que nos puede favorecer un poco en largo el proceso de la asimilación de la pérdida, sobre todo si el enfermo terminal e edad avanzada. De todas maneras, hay una única verdad para ambos casos, y es que ante la pérdida, el ser humano experimenta un profundo sufrimiento, que llega a desarmarnos. Pensar solo en la idea de que algo así nos tocara afrontar algún día, nos aterra, nos paraliza… Por eso, yo María Coda les quiero hablar desde mi propia experiencia. Me toco sobrevivir a la muerte de mi hermano. Primero les quiero decir, no piensen en que puede suceder… simplemente disfruten de sus afectos. Cuando sucedió lo de Juanjo, me pregunte una y mil veces  ¿Qué hacer? La sensación de sentir que no había más nada, me atormentaba. No quería dormir para no tener que volver a pasar por el tormento de despertarme y darme cuenta de que era verdad. Pero la vida sigue y hay que continuar. Entonces hay que afrontar la realidad y dejar que las cosas sucedan. Pasar por el llamado “luto”, llorar por dentro y dejar que el tiempo haga lo suyo. Durante esta etapa, en lo personal descubrí que la "Ficción da fuerzas", que el "imaginar da fuerzas", y que el "saber que hay un mundo alternativo (otra vida después de esta), da fuerzas". A ver si lo puedo explicar de una manera más simple. "Cuando uno comprende que la muerte propia, y la muerte de los seres queridos no es solamente un acto de despedida, ni un adiós para siempre, sino que además es una celebración de todo aquello que compartimos y de todo aquello que vivimos con el otro. Es ahí donde la misma muerte por la que sufrimos, la que nos genera tanta tristeza y angustia, se convierte en una gran “riqueza por la misma fuerza de la memoria, de la experiencia y de felicidad compartida” Somos más fuerte y poderosos por todo aquello que no deja quienes convivieron con nosotros y dejaron en nosotros. Simples consejos: Es importante aprender para salir adelante. 1- La Comunicación Es muy común que cuando ocurre una muerte repentina de algún ser amado, siempre hay algo que hubiéramos querido decirle y no lo hicimos. Dejamos pasar muchas oportunidades para expresar lo que sentimos. Por ello, cuando alguien amado muere y no alcanzamos a decirle lo importante que era para nosotros, sentimos una profunda derrota en el alma. Hay arrepentimiento y eso hace difícil que nos levantemos anímicamente de la pérdida. Por eso si nos abrimos a una comunicación constante, con nuestros seres queridos, los que están a nuestro alrededor vamos a lograr un ambiente de actualización emocional en nuestra vida, Y si vemos que no podemos, recurrir a una terapia que nos ayude. 2.- Espiritualidad No importa si uno práctica o no una religión. Lo importante, es que se logre un acercamiento consiente con la fuente divina. Todos tenemos una necesidad de pertenencia y de que nuestra alma sea llenada. Cultivar los valores que nos hacen sentir plenos, como la comunión en armonía con nosotros mismo, vivir y disfrutando del aquí y del ahora, compartir con los demás, estar en paz con los que nos rodean, hacer algo por otra gente, todo esto suma, son acciones simples que hacen que la vida sea una experiencia de plenitud. 3.- Soltar Por último permitirse sentir situaciones dolorosas o placenteras, sin resistencia. Cuando alguien amado muere, es normal que tengamos deseos de estar solos, llorar, gritar, etc. Hay que saber vivir esos momentos, sin oponer. Llorar y liberar el dolor es sano. Hasta el momento en el que resurge la paz en nuestro interior, que se logra después de haber liberado todo el dolor. Es ahí donde debemos dar vuelta la página. Por más duro que sea porque llegó el tiempo de honrar al destino, de volver a sonreír, de abrirnos a lo nuevo. Y los más importante de todo “dejar ir” a la persona que ya no está. No retenerla más con la tristeza, la angustia y la depresión. Solo disfrutar del recuerdo que nunca se va, y el saber que algún día “todos nos volvemos a encontrar en el chatarreo celestial”. Honrar la vida

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