Por: María Coda
Debemos proteger a los niños, adolescentes y a nosotros mismos de la actual TV basura que invadió la programación de los canales.
Ejemplos de programas de TV chatarra abundan a toda hora y en todos las emisoras de televisión. Basta con sentarnos, encender, mirar y hacer zapping para encontrarnos con una gran cantidad de Reality Shows, con diferentes temáticas y estructuras, con escenas de sexo y erotismo a cualquier hora, con programas amarillistas de chimentos sobre la farándula, con programas de humor chabacano, con programas que repiten programas, con colas, pechos, y cuerpos casi desnudos etc,etc, etc…
La pregunta que surge ¿Es tan mediocre la caja tonta como decimos y pensamos, o somos más mediocres nosotros los televidentes que nos quedamos "enganchados" con ella?
…
Vale aclarar que cuando usamos la expresión “teleporquería” es para hablar sobre un conjunto de modalidades televisivas y no de un género específico. Por ejemplo cuando los Reality Shows, concursos o programas del corazón que emiten algunos canales de televisión merecen el calificativo de basura, lo que se está calificando no es el género en sí, sino la degradación que se produce en unos casos y en unas programaciones determinadas.
Es una verdad a gritos
La única finalidad de las productoras televisivas y de los canales es la ganar dinero, por eso buscan sondear que es lo que la gente consume más fácilmente y que no exija de mucho esfuerzo, así poder ofrecer estos productos que son los que los televidentes quieren consumir.
La principal característica de esta TV es que su comunicación es manipuladora y está muy lejos de ser auténtica.
Lamentablemente sé perdió el elemento esencial para una buena TV, que es el querer ofrecer algo que sea en verdad valioso para el televidente en función de su naturaleza auténticamente humana.
La televisión es un servicio público, por lo cual si no tiene un límite ético definido, alguien se lo tiene que imponer, es decir si la sociedad, pero si esta no se da cuenta del daño que fomenta aceptándola ¿Quién pone el límite?
… Los mayores, la educación y el poder del zapping.
Resumiendo la responsabilidad de la existencia de estos programas, no es solamente de quienes la hacen, sino que también de quienes la consumen.
Es un problema que profundo que padece la sociedad actual, un mundo carente en su mayoría de de valores.
Pero no basta con preguntarnos ¿qué está pasando? o ¿cómo hemos llegado a esto? La solución pasa por detenernos a observar la realidad y ponernos a pensar el futuro de la televisión de manera más crítica y racional.
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